miércoles, 16 de septiembre de 2009

También andamos por las calles








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Entré. Lo marié todo, vomité todo. El tiempo trotaba. Las tuberías de mi cuerpo alimentaban aquel cerebro noctambulante, la embriaguez.


La primera mesa la recuerdo, el desierto del mantel, que a pocos minutos era amenazado por " dos botellas mas"


Vidrios que a los segundos, se deshacian en espejismos ludicos, en carcajadas que se transtornaban en hipos, gordos y gruesos.


Laminas de lunas de verdes, el vino baco que hacia olvidar que eramos amigos.

La perdida brutal de la espuma en el tiempo, en corchitos que me introducias en el muelle de la exasperacion.

Carcajeando adioses que no se encarnaban en la realidad huerfana de agendas y calendarios, de " vistete despacio, que tengo mucha prisa". Lo volatil de su cuerpo en el paladar mas aspero. La confusion de un cigarro entre la lluvia de corchos, el sudor como gotitas en el licor, la rabio de los ahora desconocidos ¿Qué buscará provocar este autor?

Recordando que somos amigos, olvidando que debimos serlo, poniendo tu lápiz en horizontal, dejó el cigarro y pulverizó la sala en humo, aullando el grito de la unión, descociendo las manos una a una de cada botella se asomaran a la penultima mesa, la recuerdan, sus dientes trituraron carboncillo y madera, y sus labios sulfuraban ojuelas pequeñas de papeles toscos, que introducieron en el muelle del tercer tipo, hipo y lo recuerdan. Le vociferaron carcahadas en adioses¿Yo? yo denuevo entré, lo marié todo.
Anemia,A-N-E-M-M-I-A,LA RECORTÉ


Y pegue letra por letra, arrancada una por una de periódicos y revistas.
Hombre, si andabas por ahí naufragando entre las rivalidades de tu incontinencia,


yo te rescaté de los asientos reservados, empujándote a las orillas de los "al fondos" de todos los cuartos, yo te empujé hacia donde se suicida la luz, y ya no queda más que dos entes menudos, que se vuelven abstractos, no se que concepto tienes tu de la palabra anemia.
Pero yo no tengo anemia.

El mar de platina que añoró tu esqueleto, látigo de brillos intocables,
perceptibles pero intocables. Vez que entiendes cuando te digo que fuiste
náufrago, que te empujaré al ultimo de los al fondos de este cuadrilátero
rumiante. Víctima tú, del concepto abobinable, de lo sin nombre, de los
tentáculos de esa pequeña dolencia, se introduce hasta los agujeros ínfimos que
tienes en lo oídos, es el problema de armar conceptos perdurables, sordos, que
no perdonan la inocencia de una refutación.
l a pequeña inocencia de una anemia, ante la sordera inmensurable de los tiempos en que taladramos incontables agujeros de topos en lo que por definición corresponde a tu oídos, lo que cumple el verbo escuchar, en palabras tuyas, tus orejas.